La multitud sigue emocionándose y exaltándose por lo mismo que siempre: la propia multitud. Lo más anodino y lo más estúpido; lo más cruel y lo más bienintencionado se justifica siempre por el número. Es una suerte cuando la multitud se congrega en el lugar y momento adecuado para hacer algo bueno. Es un milagro cuando lo hace.
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