Es difícil negar la evidencia de que en el arte la monumentalidad es un factor a tener en cuenta; como reza el bello adagio: Burro grande, ande o no ande. Ni que decir tiene que el autor es consciente de los inconvenientes que tiene el formato postal para que la obra sea respetada en los círculos intelectuales, pero a decir verdad se daría con un canto en los dientes si consiguiera hacer reir al cartero.
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